En 1962, la señora Vanna Venturi encargó a su hijo, el entonces joven y prometedor arquitecto, Robert Venturi, el proyecto de una casa en Chestnut Hill (Filadelfia). Esta casa, aun siendo una de sus primeras obras, pronto vino a ser una plataforma desde la cual Venturi alcanzó un reconocimiento internacional. La casa Vanna Venturi ha servido de referente a la arquitectura contemporánea y en su listado bibliográfico se pueden encontrar más de 5.000 reseñas, escritos que muestran a esta vivienda como protagonista del intenso debate sobre las fuentes de la arquitectura en el cambio de siglo.
Errores y malentendidos
Los libros de Robert Venturi están llenos de notas que tratan de evitar confusión con sus ideas. Leyéndolos uno imagina que ya Venturi sabía que iba a ser tachado de arquitecto formalista durante toda su vida. Algunos de sus comentarios hacen referencia al reconocimiento de las limitaciones inherentes de la arquitectura y declara muy rotundamente que el argumento presentado en sus libros es tan sólo una parte de sus preocupaciones: “Por favor no nos critiquen por analizar la imagen principalmente: Nosotros lo estamos haciendo tan simple porque la imagen es pertinente a nuestro argumento, no porque deseemos negar un interés o la importancia del proceso, programa, y estructura o, de hecho, problemas sociales en la arquitectura [...]. Junto con la mayoría de los arquitectos, probablemente gastemos el 90 por ciento del tiempo de diseño en estos otros asuntos importantes y menos del 10 por ciento en los temas que aquí estamos tratando; pero es que, sencillamente, no son el asunto específico de esta investigación.”
La casa Vanna Venturi sirvió para ilustrar las tesis del libro, Complejidad y Contradicción en Arquitectura (1966), escrito por Robert Venturi al tiempo que realizaba el proyecto. La concepción de la casa entendida como un rechazo total de los principios del Movimiento Moderno, es una mala interpretación; aunque bien es cierto que la explicación de sus complejos y distorsionados espacios interiores, tanto en formas y relaciones mutuas, no menciona “espacio” ni “luz”. También es relevante que su reciente artículo, "la Casa de la Madre 25 Años Después", tampoco recogiese eso dos elementos. Por el contrario, la lista es la siguiente: la ventana como un agujero en la pared, la ventana como símbolo, el frontón, frisos, escala, arcos que no son estructurales, simetría distorsionada, redundancia, cerramiento, resguardo, color (el verde estaba afuera), mobiliario (eclecticismo en el interior), señal y símbolo, originalidad (pero no en el sentido moderno de expresar lo nuevo), ideología y, finalmente, las cualidades clásicas y elementales. De nuevo, la nota al principio de este artículo es clara: Venturi sólo está enumerando aquellos elementos de un edificio que eran considerados como ordinarios o extraordinarios en el momento de concebir la casa para su madre.
Aunque los elementos de las fachadas se diseñaron a modo de planos, el interior de la casa sorprende por su tridimensionalidad. El corazón de esta pequeña obra es su chimenea y lo que ésta representa en la vivienda. Sobre ella gira todo el espacio, y a su alrededor se retuerce la escalera, que se acomoda al hueco que deja. Es mas, haciendo uso de nuestra propia experiencia en una visita a la casa Vanna Venturi, el matrimonio Thomas y Agatha Hughes, propietarios de la vivienda desde la muerte de la señora Vanna Venturi, nos describieron la luz que se filtra a través de la nieve sobre el suelo de la terraza en el primer piso como la más increíble cualidad de la sala de estar.
Además de visitar la casa, siguiendo con el proceso de elaboración de los artículos de Historias de Casas, también nos dirigimos a Robert Venturi para informarnos sobre la relación arquitecto-cliente que él mantuvo con su madre a la hora de proyectar la vivienda. Pronto recibimos un correo electrónico de su Relaciones Públicas confirmando que al arquitecto le gustó el enfoque de nuestra petición hasta el punto de que él estaba escribiendo una carta para el artículo. Esta generosa colaboración no es de extrañar ya que Venturi siempre ha sentido la necesidad de mirar a la experiencia y al gusto del cliente como una importante herramienta del proyecto. Su carta, expresiva y llena de emoción, está aquí publicada:
LA CASA VANNA VENTURI para Historias de Casas.
Por Robert Venturi
“Mi madre era una persona increíble que pertenecía a una familia de pobres inmigrantes en Filadelfia, y que no pudo acabar sus estudios de bachiller porque su familia, un invierno, no pudo ni comprarle un abrigo. Pero ella tuvo una maravillosa profesora en el colegio que se llamaba la señorita Caroll, quien admiraba a mi madre y continuó educándola hasta llegar a ser su mentor y referente. Mi madre trabajó por 4 dólares a la semana en el centro comercial John Wanamaker y entonces para un diseñador interior, con quien pudo desarrollar su interés en arte y arquitectura. De joven fue socialista - cada vez que Norman Thomas se presentaba, lo votaba para candidato presidencial - y con el tiempo se hizo una experta en Bernard Shaw y en la Sociedad Fabiana inglesa. Cuando yo era joven atendía con frecuencia funciones de Bernard Shaw en el teatro de repertorio Hedgerow. Ella fue una pacifista y se hizo miembro de la Sociedad de Amigos, esto es, una Quaker - junto a mi padre. Ambos, ella y mi padre, amaron la arquitectura e hicieron que yo también me interesase a una edad muy temprana - nuestra casa tenía muebles preciosos que yo aún mimo - y muchos libros sobre arquitectura, literatura, historia y filosofía. (Mi padre, un comerciante de frutas, tampoco pudo acabar el bachillerato debido a la pobreza familiar, pero él tenía muchos amigos arquitectos - uno de ellos le diseñó la tienda y otro, un almacén - ambos arquitectos eran famosos en aquellos tiempos).
La casa de mi madre fue diseñada cuando ella ya era una viuda anciana, con su dormitorio en la planta baja, sin garaje porque ella no conducía, y con habitaciones para una sirvienta y la posibilidad de tener una enfermera - además de ser también adecuada para sus bellos muebles con los que yo me había criado. Por lo demás, ella no realizó otras demandas al arquitecto, su hijo, relacionadas con el programa o su estética - ella era maravillosamente confiada.
He escrito sobre la casa por ser moderna pero también referencial/llena de imágenes - por ser una casa genérica/icono - por no esforzarse en ser una arquitectura original, sino por ser buena. Conecta con mis ideas en el tiempo que estuve involucrado con complejidad y contradicción, con la localización en su contexto suburbano de Chestnut Hill, con la disposición estética que aprendí de la Villa Savoye, la configuración de su tejado como frontón derivó del Low House de Bristol (Rhode Island), la partición del frontón derivó del frontón superior del Palacio Blenheim, y la composición dual derivó de la Casa Girasole en Roma, y trató con la superposición de elementos explícitos de ornamento.
Pero es una casa moderna; ¡mi madre disfrutó viviendo en ella y también recibiendo a los numerosos arquitectos jóvenes que la visitaron!”
Pie de fotos.
a. Robert Venturi (n. 1925), arquitecto. (Fotógrafo: J.T. Miller).
b. La Sra. Vanna Venturi frente a su casa que, a primera vista, parecía convencional. (Fotógrafo: Rollin LaFrance).
c+d. Los espacios interiores, como evidencian los planos de la planta baja y primera, son complejos y distorsionados tanto en forma como en la relación entre ellos.
e+f. La madre de Venturi poseía un extraordinario mobiliario en un salón donde la escalera y la chimenea compiten por la posición central de la casa. (Fotógrafo: Rollin LaFrance).
g+h. Desde 1973, tras la muerte de Vanna Venturi, los propietarios de la vivienda han sido el matrimonio Hughes, quienes valoran la rica transformación de la luz en su interior a lo largo del día. (Fotógrafo: Rollin LaFrance).
i. Aunque los elementos de las fachadas se diseñaron a modo de planos, el interior de la casa sorprende por su tridimensionalidad. (Fotógrafo: Rollin LaFrance).
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